El ferrocarril en España se muere
Exacto; la situación para el ferrocarril
español es crítica, y no es momento de estúpidas florituras: el tren en España
se muere, y su fecha de defunción está ya firmada para el próximo año, 2014.
¿Por qué?
El ferrocarril dejará de ser público
Y, de esta forma, pasará a ser un negocio
privado puro y duro. Tras ver cómo RENFE era destruida en 2003 por el gobierno
de José María Aznar, y sus pertenencias eran heredadas por Renfe Operadora
(operador de los servicios de RENFE) y Adif (propietario de la infraestructura
de RENFE), el siguiente paso fue la destrucción de FEVE por parte del gobierno
de Rajoy este mismo año, y el traspaso de sus trenes a Renfe Operadora, y sus
infraestructuras a Adif.
Todo esto forma parte de un plan de
privatización del ferrocarril que está promoviendo la UE en todos sus países
miembros, pero que, curiosamente, en Alemania y Francia lleva años parado (en
Alemania, la infraestructura sigue perteneciendo al operador público DB, y en
Francia todavía quedan muchos años para poder ver operadores privados). Sin embargo,
en España hace años que el mercado de servicios ferroviarios de mercancías está
abierto a operadores privados, y el próximo año también se hará con el mercado
de servicios ferroviarios de viajeros, acompañado con la privatización de Renfe
Operadora (o, más bien, de las cuatro sociedades en las que se dividirá).
¿Cómo funcionará el ferrocarril privado?
Podemos hacer muchas previsiones sobre cómo
funcionará el ferrocarril privado en el futuro basándonos en tópicos de todo
tipo, pero lo mejor es basarse en hechos ya conocidos:
- En Europa ya hay un país con un ferrocarril
privado: Reino Unido. Margaret Tatcher privatizó el ferrocarril británico
cuando fue presidenta de dicho país, y el resultado es bien conocido por los
aficionados. En el caso de la infraestructura, quedó tan desatendida que el Estado
tuvo que recomprarla pasados unos años debido al alto riesgo de accidentes que
había. Por otro lado, en el caso de los ferrocarriles (que siguen siendo
privados), un periódico español recogía hace poco un artículo en el que se
mostraba que viajar en tren en Reino Unido es caro e incómodo (llegaban incluso
a hablar de olor a orina en todo un coche, saliendo del aseo); a esto hay que
añadir que, en uno de los ferrocarriles que hace años se consideraba como uno
de los más puntuales, ahora esa puntualidad no se alcanza ni por despiste de
los responsables...
- En España también hay ejemplos de cómo
funcionan las empresas de transporte privado en las empresas de autobuses:
algunas empresas de autobuses llevan sus vehículos casi al límite, solo con las
reparaciones mínimas para que puedan funcionar. Claro ejemplo de ello es la
empresa Autómnibus Interurbano, Sociedad Anónima (AISA).
- La empresa Iberia, antaño operador público
español de servicios aéreos comerciales, siguió el mismo camino que está
recorriendo el ferrocarril español (o, más concretamente, RENFE): cuando empezó
la locura privatizadora promovida desde la UE, ambas comenzaron a funcionar
cada vez peor, hasta que el gobierno de Felipe González dijo que la causa de
este funcionamiento de Iberia se debía a que “era pública”, y para arreglarlo
debía privatizarse; años después de su privatización, no solo viajar en avión
no es más barato, sino que se subvencionan empresas aéreas privadas, e Iberia
ha acabado absorbida por British Airways, y reconvertida en una empresa de bajo
coste...
- Finalmente, también hay que recordar que en
España el ferrocarril fue privado desde la construcción de la primera línea
(Barcelona-Mataró; desechada toda referencia al negro pasado colonial cubano)
hasta 1942, fecha de creación de RENFE por decreto. Para describir la situación
de esos ferrocarriles solo hace falta una pequeña anécdota: tras la guerra
civil, la mayor reparación que tuvo que hacerse en la red ferroviaria no
consistió en los daños de la guerra, sino en el mal estado de los propios
ferrocarriles debido al mal mantenimiento de las empresas privadas.
¿Qué implicará la privatización?
Analizado caso a caso, las principales consecuencias
serán:
1.- Los ferrocarriles locales (los llamados
regionales), que sirven para vertebrar territorios muy despoblados, y donde el
ferrocarril representa el único medio de transporte a los centros urbanos, desaparecerá
para desgracia de sus usuarios. De no ser así, la alternativa a estos servicios
deficitarios será la concesión, es decir, el pacto de unos beneficios mínimos
para una empresa, que explotará el servicio; en caso de no llegarse a dicho
mínimo, o incluso haber pérdidas, las arcas públicas correrían con la
diferencia.
2.- En el caso de los trenes rentables, no
solo serán más caros, sino que las diferencias entre primera clase y segunda
serán aún más exageradas que ahora. Mientras que en primera clase se podrá
seguir viajando sin problemas, en segunda las condiciones serán cada vez
menores a fin de ahorrar costes, pudiendo incluso llegar al extremo citado
anteriormente, de un coche entero oliendo a orina.
3.- En el mantenimiento de trenes, los trenes
que sirvan para los servicios más baratos serán los que peor mantenimiento
tengan, pudiendo llegar incluso a hacerse solo las reparaciones necesarias para
que pueda salir a vía, aunque acabe siendo como “un flan con ruedas”, e incluso
se tengan que saltar normas de seguridad (si ya en FEVE se puenteaban sistemas
ASFA por funcionamiento deficiente, se puede esperar que algún operador privado
puentee el ASFA al primer problema, y mande callar a sus empleados bajo amenaza
de despido).
4.- En el caso de los talleres, los
principales perjudicados serán las asociaciones de amigos del ferrocarril con
trenes preservados, que, a excepción de la ARMF (que cuenta con taller propio
homologado), dependen de talleres ajenos para reparar, pintar y pasar
revisiones a sus trenes. Con la privatización, los precios de actuaciones en
los talleres subirán como la espuma, y es más que posible que los únicos que
puedan trabajar allí sean los propios trabajadores del lugar (quedando
descartada la entrada de voluntarios de asociaciones a trabajar en persona, y
así poder ahorrarse el pago de horas de trabajo).
5.- Una más para el patrimonio industrial
ferroviario, pues queda casi descartado que los operadores ferroviarios en
España cedan trenes de forma gratuita y por amor al arte; en el futuro, cada
vez que se quiera preservar un tren habrá que ir con la chequera en mano, y
pujar por él frente a un chatarrero que quiere desguazarlo.
Y así, ¿a quién beneficiará realmente la privatización del ferrocarril?
Muy sencillo: a empresas privadas y grandes empresarios que, como los antiguos
magnates del ferrocarril, se enriquecerán a costa de un ferrocarril que hasta
ahora ha pertenecido a todos los españoles, y que ahora mismo está siendo
malvendido.
Conclusión
Con la privatización del ferrocarril público
en España morirá el ferrocarril tal y como se conoce; dejará de ser un medio
vertebrador del territorio español, con la intención de conectar puntos y mover
personas, para convertirse en puro negocio, donde los viajeros pasan a ser
clientes; solo habrá servicios rentables o pagados (por más dinero) por el
Estado a empresas privadas, y el confort en el ferrocarril desaparecerá. Añadir
también que los futuros precios de los servicios que no se realicen mediante concesiones
serán tan altos, que dejará de ser un medio de transporte accesible
económicamente para el ciudadano medio.
Así, lo que realmente necesita el ferrocarril
español no es ser privatizado, sino tener una gestión correcta realizada por
expertos en gestión de transporte ferroviario (como puestos públicos), y una
verdadera preocupación por vertebrar el territorio español y conectar puntos,
sin olvidar a nadie. Sí al ferrocarril, sí a la REd Nacional de los Ferrocarriles
Españoles (RENFE), no al ferrocarril privado.
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